Mi historia: Dany.

¿Quién soy yo? Chance no te quita el sueño saber quien soy porque estás muy ocupado tratando de descifrar quién eres tú, y eso está padrísimo, pero si tienes 5 minutos puedes encontrar en mi historia algo con lo que te identifiques y sino pues mínimo en este ratito te distrajiste de tus propios problemas.

Contestar esta pregunta tiene su complejidad, porque somos muchas cosas y nunca dejamos de conocernos. Ahorita varios podrían decir que estoy de rebelde y la verdad sí. Estoy inconforme con el sistema en el que crecí; inconforme con la sociedad que limita la esencia de una persona con diferentes etiquetas; inconforme con la idea de que no hay nada que puedo hacer para cambiar un sistema injusto y un medioambiente lastimado. Otros pueden decir que más bien soy idealista, luchando por un mundo que solo vive en mi cabeza. Pero si les soy sincera, además de buscar un mundo más justo estoy actuando en mi propio beneficio, porque esta es la única manera de hacerle frente a mi miedo más grande. La apatía.

Verán, desde hace unos años me he topado mucho con la realidad del mundo y el rol que juego yo en él. Por esto me refiero a la realidad cruda y jodida que hemos venido a crear los humanos, incluyendome. Ese mundo injusto y avaro, donde el valor proviene del dinero y donde tu privilegio marca quien la arma y quien no. Justo esa confrontación me ha abrumado muchísimo, paralizandome y en ocasiones llevándome a la apatía. Mi cerebro decidió ese mecanismo de supervivencia donde mi mente piensa que para no salir lastimada es mejor dejar de sentir por completo. Dejar de sentir lo malo, pero también lo bueno. Cuando me pasa eso siento que estoy flotando o que estoy sonámbula, ni dormida ni despierta. Es horrible porque no me siento viva. Compartir esto me cuesta mucho, porque no es fácil admitirte que tienes una condición que tiene control sobre ti, sea apatía, depresión, lo que sea. Me agarra desprevenida y me cuesta mucho salir de ella. Pero siempre hay salvavidas. En mi caso, lo que siempre me ayuda son los detalles en la naturaleza. Hablo de cosas pequeñas, desde la luz entre las hojas de los árboles, una tormenta de verano, los colores tan vibrantes de las cosas y la música que puedes escuchar por todos lados si tan solo nos callamos un ratito. Esa capacidad de asombro de los pequeños detalles hacen que la emoción regrese a mi. Les pongo atención y me maravillo de cómo funcionan.

Por eso la lucha por el medio ambiente la siento tan cercana. Entre todas las cosas que están mal con el mundo siempre he podido encontrar consuelo en la naturaleza. Esto me llevó a estudiar biología. Una carrera que disfruté mucho y que me abrió los ojos. Profundicé en las causas y consecuencias de la crisis ambiental y vi de primera mano los estragos que dejamos los humanos y todo lo que se está perdiendo (entre ellos, aquellos detalles que les contaba que siempre logran centrarme cuando me siento perdida). Fue entonces que me di cuenta de la incoherencia que vivía. No es que los problemas ambientales me pasarán inadvertidos, pero durante muchos años los decidí hacer a un lado porque me causaban incomodidad o mucha tristeza, conformandome con no hacer nada y disfrutando de mi privilegio. No crean que vivía en el despilfarro total, pero sí estaba inconsciente del impacto que tenía mi estilo de vida y como yo agregaba a aquello que juzgaba tanto. Esta realización hizo que sintiera culpa por mucho tiempo, pero después de un largo proceso, ubiqué que para dejar de sentir culpa, enojo y apatía tengo que hacer algo, así que eso estoy intentando.

Estoy tratando de cambiar la marea de las cosas, buscando justicia en este mundo tan desequilibrado. No es un proceso llamativo ni lineal ni fácil y muchas veces meto la pata pero ya no puedo regresar a seguir viviendo mi vida preocupándome y no ocupandome. Entonces, en resumen, soy mis intentos y mis errores. Soy lo que hago y por lo que lucho. Soy un trabajo en proceso que abraza sus contradicciones e intenta entender sus miedos. Soy una metamorfosis incompleta.

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