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¿Autoestima y género, uno perjudica al otro?


La primera vez que escuché hablar de la “teoría de género” fue en boca de la mamá de una gran amiga, que me lo planteó como una teoría conspiracioncita que amenazaba y distorsionaba un modelo “ideal” católico de la familia. No fue hasta que pisé Londres que me lo explicaron de una forma radicalmente distinta.


A (muy) grandes rasgos, me platicaron que las ideas que se esconden detrás de esta teoría es que cuando tu naces, como si fueras una computadora y te instalaran un software, dependiendo de tu género, te instalan programaciones que no necesariamente son ciertas, pero tu las aceptas casi inconscientemente. Por ejemplo, si la sociedad te identifica como niño, es probable que se esperen cosas de tí desde que eres chiquito como que te guste el color azul, que juegues a los superhéroes (y por supuesto que no a las muñecas), que no llores y que te sepas defender.


Peero si eres niña, agárrate, porque te viene todo un paquete de expectativas: que te guste el color rosa, por supuesto, que seas femenina, que te guste jugar a la casita y a cuidar a tus bebés muñecas, que te guste jugar a la cocinita, olvídate de todos esos sueños de ser tortuga ninja porque no te toca a ti, eso le toca a los niños…


La bronca de esta “asignación” de valores por género es que toda persona es completamente diferente y no solamente hay niñas a las que les gusta la aventura, jugar y correr y niños que quieren jugar a la casita, sino que cuando crecemos, crecemos con expectativas asociadas a nuestra persona por nuestro género.


Hombre, mantén a tu familia, sé agresivo, no llores, no expreses tus sentimientos. Mujer, cuida a tus hijos, no seas agresiva, encárgate de la casa, no salgas en falda porque es peligroso… Algo que parece caricatural (porque no somos seres binarios) sucede exponencialmente en el mundo real.


Ahora, últimamente me he preguntado: ¿La autoestima está relacionada con el género?


En el libro “Revolution from within”, Gloria Steinem habla de cómo mujeres de todo tipo de estratos sociales, pese a haber tenido acceso mayores condiciones de igualdad, tienen todavía muchas barreras internas que afectan su desarrollo. Según los datos que ella presenta, un número mayor de mujeres que hombres sufren de problemas de autoestima.


Ella explica que ello se debe en gran medida a que, como mujeres, cargamos un bagaje cultural enorme. Se espera que seamos bonitas, pero no demasiado sensuales, que seamos lindas, pero no tanto, que seamos inteligentes, pero no demasiado, que nos ocupemos del hogar, pero ahora también se espera que trabajemos. Se espera que nos casemos antes de cierta edad, que no seamos demasiado amenazantes, que no seamos demasiado independientes, porque qué peligro. Sin darnos cuenta, le hemos dado una cantidad enorme de expectativas a lo que significa ser mujer en esta sociedad.


Así, ante un fenómeno cultural que nos dicta ser de una cierta forma, mi invitación a cada una es aprender ser diferentes. A romper con estos moldes y estereotipos para que cada una pueda ir encontrando su propia voz.


Mi invitación a las mujeres, es aprender a escucharse y reconocer su poder. Aunque siempre sea más fácil ceder a lo que se espera de uno, ojalá que cada día más mujeres puedan hacer lo que se les da la gana.


Para así, en esa libertad, encontrar cada una lo que nos hace únicas.




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